La luz de tu rostro llenó el hueco de mi existencia,
sin pretextos ni decencias…
Bebí el licor de tu muerte como un peregrino sediento
que no tiene que beber…
Tu religión se volvió todo, sin reclamos…
En la historia de tu alma siniestras voces quemaban…
En la historia de tu alma siniestras voces quemaban…
Soporté delirios fatales en el laberinto de tus fantasías,
y mi corazón se entregó al fuego por lograr tus utopías...
Por la libertad uno paga cualquier precio,
Por amor sólo entrega baratijas…
El implacable desierto que sembramos,
nos tapó, con arenas, el camino…
El dolor se volvió el rugido del universo en las tripas.
Los ríos de adentro traían penas dormidas…
Y hacia el mar de tu indiferencia,
partió la barca de nuestros recuerdos,
naufragando, al fin, en un olvido…
*SdT*
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